Pues aunque vivimos en cuerpos humanos, no nos comportamos como seres humanos
¿Qué significa Pues aunque andamos en la carne no militamos según la carne?
Este término nos deja en claro nuestra posición como cristianos, como hijos de Dios, como ciudadanos del reino: “aunque andamos en la carne, no militamos según la carne”. Estamos en la carne, pero no actuamos según lo que pudiera exigir nuestra carne. No militamos, habla de una disciplina como hijos de Dios, habla de otra manera de caminar, de andar. Este andar, es otra manera de vivir, habla de hábitos, de buenos hábitos; una manera de caminar, la manera del reino.
No militamos, quiere decir no respondemos como lo hace el mundo. Nuestra manera de responder ante una situación es totalmente diferente, y es a la manera del reino. En el mundo se han hecho armas tan sofisticadas para poder enfrentar al enemigo y destruir fortalezas, derribar a su enemigo.
Pero en el reino espiritual estas armas son totalmente diferentes y poderosas en Dios; con las cuales se destruyen las fortalezas, argumentos, altivez que se han levantado en contra del Señor. Lo primero que tenemos que hacer es: llevar nuestros pensamientos cautivos a la obediencia de Dios. ¿Qué quiere decir? Que hablamos lo que el Señor ha dicho en Su Palabra.
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. (Hebreos 4:12 RVR1960) Es la Palabra que va a destruir todas las fortalezas que se levanten en nuestra vida.
Las armas de nuestra milicia
En el pasaje de 2 Corintios 10:3-5, el apóstol Pablo nos habla de las armas de nuestra milicia, las cuales no son carnales, sino poderosas en Dios. Estas armas son las que debemos utilizar para derribar las fortalezas del razonamiento humano y para destruir argumentos falsos.
En el contexto de la guerra espiritual, estas armas son esenciales para nuestra victoria y para avanzar en el propósito de Dios. Veamos cuáles son estas armas:
- La verdad: Debemos ceñir nuestros lomos con la verdad. La verdad es la Palabra de Dios, que es el fundamento de nuestra fe y la guía para nuestra vida. Debemos vivir en la verdad y no dejarnos engañar por las mentiras del enemigo.
- La justicia: Debemos vestirnos con la coraza de justicia. La justicia es el carácter de Dios y debemos vivir de acuerdo a sus principios. La justicia nos protege del pecado y nos ayuda a vivir una vida recta delante de Dios.
- El evangelio de la paz: Debemos calzar nuestros pies con el apresto del evangelio de la paz. El evangelio es el mensaje de salvación que trae paz a nuestra vida. Debemos vivir en paz con Dios y con los demás, compartiendo el mensaje de salvación con los que nos rodean.
- La fe: Debemos tomar el escudo de la fe, con el cual podemos apagar todos los dardos de fuego del maligno. La fe nos permite confiar en Dios y en sus promesas, y nos protege de los ataques del enemigo.
- La salvación: Debemos tomar el yelmo de la salvación, que es la esperanza de la vida eterna que tenemos en Cristo. La salvación nos protege de la condenación y nos da seguridad en medio de las dificultades.
- La palabra de Dios: Debemos tomar la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. La palabra de Dios es nuestra arma más poderosa en la guerra espiritual. Es a través de la palabra de Dios que podemos resistir al enemigo y vencer sus ataques.
Estas son las armas que Dios nos ha dado para la guerra espiritual. No son armas físicas, sino armas espirituales. No dependen de nuestra fuerza o habilidad, sino del poder de Dios. Son armas poderosas que nos permiten destruir las fortalezas del enemigo y avanzar en el propósito de Dios.
La importancia de llevar nuestros pensamientos cautivos
En el versículo 5 de 2 Corintios 10, Pablo nos dice que debemos llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. Esto significa que debemos controlar nuestros pensamientos y someterlos a la voluntad de Dios.
Nuestros pensamientos tienen un gran poder en nuestra vida. Ellos determinan nuestras acciones, nuestras emociones y nuestra manera de ver las cosas. Si permitimos que pensamientos negativos, de duda, de temor o de pecado dominen nuestra mente, afectarán nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios.
Es por eso que debemos vigilar nuestros pensamientos y llevarlos cautivos a la obediencia a Cristo. Debemos llenar nuestra mente con la palabra de Dios y pensar en las cosas que son verdaderas, nobles, justas, puras, amables, dignas de alabanza (Filipenses 4:8). Debemos rechazar los pensamientos negativos y renovar nuestra mente con la verdad de Dios.
Al llevar nuestros pensamientos cautivos a la obediencia a Cristo, estamos sometiendo nuestra mente a la voluntad de Dios y permitiendo que él gobierne nuestros pensamientos y emociones. Esto nos ayuda a vivir en victoria y a resistir los ataques del enemigo.
En resumen, “aunque andamos en la carne, no militamos según la carne” significa que como cristianos no debemos responder como lo haría el mundo. No debemos buscar soluciones en el razonamiento humano o en las armas físicas, sino en las armas espirituales que Dios nos ha dado. Debemos llevar nuestros pensamientos cautivos a la obediencia a Cristo y llenar nuestra mente con la palabra de Dios. Así podremos destruir las fortalezas del enemigo y avanzar en el propósito de Dios.
Muchas gracias por leer y reflexionar sobre el significado de "Pues aunque andamos en la carne no militamos según la carne". Espero que esta reflexión te haya sido útil y te haya dejado pensando.
Si tienes algún comentario o duda sobre este tema, no dudes en dejarlo en la sección de comentarios. Estaré encantado de responder y seguir enriqueciendo nuestra comprensión juntos.
¡Hasta la próxima!
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